domingo, 16 de octubre de 2011

Teñida de azul



Cada día que se acerca al 20 de noviembre - vaya fecha - uno tiene más claro que la marea azul nos va a ahogar a todos. Son las más finos, elegantes, preparados, amigos de sus amigos, agradecidos con sus familiares y allegados, parcos en soluciones pero espléndidos en desmontar - con una mentalidad fría y calculada - lo que tanto costó conseguir.


Nada que objetar al que en las urnas obtiene la confianza de los ciudadanos. Han sabido ganársela por méritos propios o deméritos de otros. Pero me aterra ver como esta vieja piel de toro va siempre con el pie cambiado: llegamos siempre tarde a donde otros ya estaban, hemos alicatado la casa para que un Señor de Pontevedra que vivía en Santiago siente sus nobles posaderas en La Moncloa, sin mojarse, sin despeinarse, fumando puros y leyendo prensa deportiva.


Pero nada es eterno y esta marea pasará, pero que sirva como ejemplo de que alejarse de la realidad conlleva que sea muy fácil recoger la cosecha sin haber sembrado nada. Siempre lo hicieron en esta tierra los ricos y poderosos señores amos de vidas y haciendas.


Con más ganas y más convencido a seguir en la brega y a ser un peón más en la ardua tarea que nos espera.