Dice Albert Boadella que: "el nacionalismo es como
una ventosidad; algo placentero para quien lo emite, pero desagradable para
quien lo siente".
Después, con perdón, de esta escatológica introducción,
uno no puede menos que ver con estupor la "polvareda" que genera el
hecho de que el Presidente de una Comunidad Autónoma - Extremadura - que según
todos los sesudos e ilustrados estudios de los Gabinetes de Análisis de la
"Gran Banca"; "Fundaciones sin ánimo de lucro"; "La
Caixa"; “el INE” y el Wall Street Journal, es el culo de mundo; la que
peores tasas de calidad de vida tiene; menor renta por habitante; las más altas
tasas de desempleo y demás lindezas; haya montado una "pajarraca"
descomunal, por el solo hecho de decir en voz alta lo "que piensa";
"ser leal con su país", "cómplice con su partido" y
"solidario con un proyecto".
A uno, extremeño y socialista, le duele que lo que está
en el "Museo de Pesas y Medidas de París" tenga una sucursal en la
Calle Génova. ¡Sí! este nuevo invento - patentado y con copyright reservado -
se llama "españolímetro". Ha sido fundido en la Fábrica Nacional de
Moneda y Timbre y presentado en sociedad por la COPE, El Mundo y el Arcipreste
de Hita. Su utilidad, fruto de las grandes inversiones en I+D, es la de medir
el grado de "patriotismo" de los españolitos. Su uso está reservado
solo para iniciados que han realizado 3 masters y medio en la London Schools of
Economics, en el Banco Mundial, en el Fondo Monetario Internacional y la
Universidad de Navarra (no en la pública, sino en la otra), y se aplica con
sofisticados medios y con totales garantías de fiabilidad para el común de los
mortales. Después, pasando varios procesos de control de calidad, análisis en
laboratorio, evaluación interna y externa, se centrifuga y se lleva a la FAES y
a la Fundación Francisco Franco para que el Ministro de la "cosa
hablada", el "vocero del Gobierno" lo haya llegar a la opinión
publicada, envuelto en papel de regalo de la semana fantástica de El Corte
Inglés y se puede adquirir en selectas tiendas por cualquier medio de
ingeniería financiera: renting, leasing o a 30,60 y 90, como todo hijo de
vecino.
Solo la memez y estupidez de los que confunden valor y
precio saben que se trata de "una milonga", pero que ha llevado a
España a la esquizofrenia de que los herederos de Don Pelayo, que era el tío
más de derechas que ha parido madre, cabalguen de nuevo esparciendo ponzoña por
los 4 costados de la "piel de toro". Sin pudor, sin sonrojo, sin
cortarse un pelo, te lo aplican y "eureka" ya estás marcado a hierro
candente y pasas a la lista del INE en el apartado de los buenos o de los
malos.
Un modesto profesor universitario, barbudo, algo miope y
buena gente, dice en voz alta lo que piensa y tirios y troyanos montan la
tangana. Que si Juan Carlos Rodríguez Ibarra es un bocazas; necesita bozal,
desbarra; no entiende los hechos diferenciales; no respeta las peculiariades;
tiene un modelo caduco de España; no entiende a los nacionalistas; sufre de
fobias y un largo rosario de epítetos y adjetivos calificativos.
Los dueños de la "cosa" pontifican,
estigmatizan, reprueban y castigan a galeras a los "malos" españoles;
pero lo más grave es que los que sufren tan brutal agresión, los que son parte
de un proyecto, también se escandalizan, braman, reclaman banderías, respeto y
autonomía plena. Resulta una paradoja y me recuerda aquel viejo cuento chino en
el cuál un viejo campesino que nunca había salido de su aldea fue a la ciudad y
le compró un espejo a su anciana mujer. Cuando el desgraciado le entregó con
amor y cariño el regalo a su esposa, esta comenzó a llorar y le dijo que mal le había hecho para que hubiera traído a
otra mujer a su casa, que si ya ella no era su esposa. Se había visto su propia
cara y pensó que aquella vieja anciana era otra persona y no ella misma. Eso
parece ocurrirle a muchos socialistas - de carné y de convicción - que cuando
ven la cruda realidad se sienten mal y cuando alguien se la dice en voz alta -
para que se oiga - les duele. No se puede ser el cura, la novia, el novio y los
padrinos y madrinas a la vez. Ya lo decía Machín - el de las maracas- no se
puede tener 3 amores a la vez y no estar loco.
En Madrid, los "balbases", renovadores de la
base, turborenovadores y Cristinas Alberdis gritonas, no podían permitir que el
hijo de un emigrante en Alemania ocupara el Palacio de la antigua Casa de
Correos; ese local de amplia solera, raigambre e infausto recuerdo, estaba vedado
para Rafa Simancas y para mi paisano Fausto Fernández. Solo Gallardones - su
apellido tiene premio - o damas nobles de rancio abolengo pueden sentar sus
posaderas en tan espléndido sillón. Yo soy un provinciano, por convicción, y no
me gusta el socialismo de salón, de fundaciones de pensamiento vacuo, de
experimentos con gaseosa, de hechos diferenciales, de asimetrías, de partidos
federados que intentan pescar en todos lo charcos y pescan un resfriado. Me
gusta la sonoridad, el timbre claro y sonoro de que la travesía del desierto es
larga; que la paciencia es buena consejera, que no hay que tener prisas y que
las catanas deben enfundarse.
Corren malos tiempos para los honestos, para los que se
aferran a sus convicciones, para los que asumen con dignidad que ser extremeño
es una cuestión de nacencia y no de pacencia - de pacer, se entiende -, yo no
quiero ser parte de los restos del naufragio - todos los días pongo mi granito
de arena para avanzar con mi trabajo -, quiero sentirme orgulloso de ser socialista
" a secas", leal, comprometido, disciplinado, cómplice, con un líder
y un proyecto - manifiestamente mejorable como todo -, pero quiero ser español
a mi manera, nadie me tiene que decir como, solo quiero serlo y respeto que
otros no lo quieran ser o lo sean a su manera. El que no quiera peces que se
pase por caja y liquide las plusvalías que han generado los millones de
españoles que tuvieron que emigrar y crearon riqueza allá y acullá. Aquí nadie,
si quiere irse, se va de rositas, primero devuelve con creces lo que recibió y
después que pida su ingreso en la ONU o en la Liga Árabe, esa será su decisión,
respetable y respetada, porque uno ha aprendido a base de tropezones a ser
tolerante.
Dejemos los prejuicios aparcados, yo cada día me siento
más feliz y esperanzado, puedo ser una rara avis o un eslabón perdido de la
cadena evolutiva, pero me siento orgulloso de no solo compartir mesa y mantel
con Juan Carlos Rodríguez Ibarra - es un decir -, ser parte de su proyecto
nítido, sin dobleces, y un poco harto que desde las zonas más desarrolladas - a
costa de todos - me digan que me meta la lengua en el culo o que desbarro. No,
compañeros, amigos y paisanos, somos parte del paisaje y del
paisanaje y si te sientes excluido, lo será por voluntad propia, yo te tiendo
la mano para que no sientas esa soledad, yo no cultivo el culto al caudillismo
ni a la personalidad, tan solo me identifico con lo que dice mi compañero Juan
Carlos, pero no estoy hasta el gorro de la política, estoy harto de clichés, de estereotipos, de verdades a
medias, de susurros, de conspiraciones florentinas, y no estoy dispuesto a
poner la otra mejilla para que me la inflen a sopapos, voy a dar y no a amagar.
¡Ya basta de adocenamiento!, altito y claro: por
convicción, amistad, solidaridad, complicidad, compañerismo y afinidad estoy no
solo rompiendo una lanza, sino aprestándome con armas y bagajes para subirme a
la grupa del caballero "criticado" y "vituperado"
porque juntos nos queda mucho por
cabalgar hasta enterrar en el mar a los neo conversos, a los árbitros de la
elegancia, a las emergentes de cuota y a los que han hecho masters de postgrado
en las mejores Universitys of the World.
Caminemos juntos compañeros, la apuesta merece la pena,
si tardamos 20 pues 20, 30 pues 30. Decía un vitalista, Compay Segundo, cuya
sonora voz ya nunca más oiremos en directo, que no hay nada más verdadero que
lo que nace del interior de uno mismo, porque para el viejo Compay y para mí mi
verdadera nacionalidad es la del ser humano, y por su dignidad y emancipación
lucharé hasta le último aliento de mi vida.
Saludos y ánimo querido compañero.
José Carlos Molina