viernes, 13 de abril de 2007

Corresponsales en la Guerra Civil Española




Cuando contar una guerra era un compromiso moral.


Ayer, día de lluvia y tiempo desapacible, algunos nos dimos cita en el Palacio de Congresos de Mérida para asistir a una cita con la historia, reconfortarnos con nuestra historia puñetera, sentir cerca que aquí en 1936 se crearon nuevas pautas, se ensayaron muchas cosas, se escenificó una vez más la parte más negra de nuestra historia secular. Pero lo más notable del día, aparte de rozar piel con viejos dinosaurios como yo, fue ver como lo que aquí ocurrió tuvo una importancia capital en todo el mundo, fue un ensayo de lo que después ocurrió, y aquí se forjaron nuevas formas de narrar, de contar y de explicar al mundo la crueldad de una guerra, que con el agravante de ser fratricida, sirvió de laboratorio de ensayo a muchas que después han venido y muchas que vendrán.

Tengo muy claro que lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no, y si cuando es si, Juan Carlos ayer nos recordó que esa guerra la perdimos unos y la ganaron otros, y la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.

Ayer sentí vibraciones que hacía tiempo que no sentía, me sentí reconfortado, contento de ser como soy, mereció la pena y tuve más claro que la sabiduría no debemos hacerla parte de nuestras vidas cuando ya no nos sirva para nada, ahora y siempre debe ser nuestra más fiel apuesta vital, y siempre nos permitirá ser mejores, hacerla parte de nuestro yo, ella junto a la soledad serán, en nuestros últimos días, nuestras más fieles y únicas compañeras.