martes, 13 de febrero de 2007

Ignacio Ramonet


Ignacio Ramonet: un hombre honesto.

Ignacio Ramonet, director de Le Monde diplomatique, es una de las cabezas mejor organizadas que existen en el mundo de la cultura. A él conviene lo que el presidente Burguiba dijo del joven Béchir Ben Yahmed, que tantos éxitos periodísticos cosecharía al frente de Jeune Afrique, "sabe terminar bien una frase... porque su cabeza está bien estructurada".

Español reciclado en la Francia del esprit y de la grandeur, de Montaigne y de Voltaire, es un ciudadano universal con la mayor capacidad de seducción en sus certeros análisis de la realidad social.
El periódico que dirige y sus libros son referentes obligados en geopolítica y estrategia internacional así como en teoría de la comunicación audiovisual de cuya cátedra, en París-VII, es maestro de prestigio.
Ante esta época del calamar, en la que todo parece convertirse en tinta y se publican libros como hongos aunque uno tenga que abandonarlos nada más abrirlos porque están huecos y sin substancia, es refrescante acercarse a fuentes tan claras y ricas como los escritos de Ramonet. Un mundo sin rumbo, La tiranía de la comunicación, Télévision et pouvoirs, Nouveaux pouvoirs, nouveaux mâitres du monde y su formidable participación en Pensamiento crítico vrs. pensamiento único, entre otros, se encuentran entre las mejores obras que abordan el poder de los medios de comunicación de masas y la tiranía de quienes manipulan las vidas de millones de seres al controlar la economía por medio del pensamiento único "esa especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo". Él fue quien lanzó el concepto y la expresión de pensamiento único que tanta fortuna habría de alcanzar.
Pocos analistas han estudiado tan certeramente lo que denominó la "geopolítica del caos" que, desde el final de la guerra fría, en 1989, se ha expandido en el mundo sumiendo en la violencia a un enorme número de países: más de sesenta conflictos han provocado centenares de miles de muertos y más de diecisiete millones de desplazados. Denuncia que los conflictos, la violencia y las convulsiones no son exclusivamente militares pues otras guerras se desarrollan a escala planetaria, donde se ahonda el abismo de las desigualdades y las transnacionales amplían su poder ante la impotencia de los Estados, los sindicatos, los partidos y los movimientos sociales junto con la mismos medios de comunicación social que habían apostado por la libertad y por la esperanza.
Hace 20 años había publicado La golosina visual que acaba de reeditar en versión actualizada dada la irrupción de Internet y la progresiva desaparición de la información de calidad. En ella, Ramonet analiza el impacto de la megafusión de AOL (que valía 5.200 millones de dólares) con el conglomerado Time-Warner-CNN-EMI (26.600 millones) presentándolo como una de las aberraciones de la nueva economía: AOL absorbió a Time-Warner a pesar de tener ésta un valor muy superior antes de la descomunal valorización en Bolsa de ambas.
Con esa fusión Internet se convierte en una amenaza para los medios de comunicación tradicionales pues "integra la televisión, el cine, la edición, la música, los videojuegos, la información, los datos bursátiles, el deporte, la banca personalizada, la venta anticipada de localidades para espectáculos o billetes de avión, la mensajería electrónica, etc. Internet es ya el único ente capaz de suministrar 24 horas sobre 24 y 7 días sobre 7, informaciones, conocimientos, distracciones, ocio, servicios y compras".
Acostumbrados a las tres funciones de la televisión: informar, educar y distraer, lo novedoso y alarmante es que, con Internet, estas tres funciones se conviertan en: vigilar, anunciar y vender. Vigilar, porque cada intervención sobre la red deja un rastro que los amos de Internet podrán manipular. Anunciar, porque la economía de Internet es esencialmente publicitaria. Vender, porque ese será el objetivo principal de Internet.
El capital del nuevo medio de comunicación son los internautas que entran en un portal de acceso a la red. Antes los media vendían información a los ciudadanos. Ahora, a través de la red, venden consumidores a los anunciantes. "Se trata de una revolución copernicana", dice Ramonet. Y si la información se ofrece gratis ¿por qué los medios van a correr con muchos gastos para obtenerla?
Recuerda nuestro autor que en los medios siempre se han dado trucajes y mentiras, pero su número se ha desbordado. Y cuenta una serie de casos llenos de interés y que pueden servirnos como aviso de los que nos espera.
Impresionan las palabras con las que concluye la Introducción: "Hoy sabemos, con espanto, que nuestra sumisión y el control de nuestros espíritus no serán conquistados por la fuerza sino a través de la seducción, no como acatamiento de una orden, sino por nuestro propio deseo, no mediante el castigo, sino por ansia de placer..."
Por eso, dice, es urgente recordar el grito de alerta lanzado ya hace tiempo, en 1931, por Aldous Huxley: en una época de avanzada tecnología, el riesgo más grande para las ideas, la cultura y el espíritu, llegará antes de un enemigo de rostro sonriente que de un adversario que inspire odio y terror.

En un aeropuerto español hay un espléndido mural con estas palabras: "Lo que se ve es visión de lo invisible". Ramonet prefiere citar a René Char: "Si el hombre a veces no cerrara soberanamente los ojos, acabaría por no ver lo que vale la pena contemplar". El Buda dice en el Dharmapada que no dejemos escapar el instante.

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