Cantaba Pablo Guerrero aquello de A Tapar la Calle, a uno se le cae la cara de vergüenza cuando el democrático Alcalde de Badajoz, Don Miguel Angel Celdrán Matute, quiere pasar a la posteridad cambiando nombres de las calles. El ilustre prócer ha debido caer en la más pura de las melancolías, nostalgias y cursos acelerados de neo conservadurismo en alguna Escuela de Verano de la FAES, para dejarnos para la posteridad la huella indeleble de su paso por la ciudad de Badajoz.
Nadie, yo el primero, tenemos nada que objetar a la voluntad soberana de los pacenses a la hora de elegir libre y democráticamente a sus gobernantes, pero como cantaba Guerrero va siendo hora de tapar la calle que no pase nadie de los que han ganado y nos han legislado y nos han controlado y nos han sermoneado y ahora quieren volver a borrar y renombrar lo que no les gusta.
Algunos quieren repetir de nuevo el 14 de agosto del año 1936 y recordar lo que aquel funesto día ocurrió, parece que llevan atesorando bilis y mala uva para ser de nuevo actores de otra injusticia como aquella Matanza de Badajoz, de forma más democrática y nada sangrienta pero con el mismo objetivo: hacer desaparecer lo que no les gusta. Proponer que se cambie el nombre a la Avenida de Sinforiano Madroñero raya en la paranoia esquizoide de alguien que debe sufrir un trastorno mental transitorio, porque lo de la Calle de Margarita Nelken tiene su padrinazgo en un ilustre prócer que mora en dicha calle y que añora con que vuelva a recuperar el nombre de Matias Montero, el primer estudiante caído por Dios y por España, pero este Señor Celdrán ha tenido una ocurrencia digna del mejor encomio, la mejor voluntad y la demostración de un talante que refleja a las claras el personaje.
Una cosa es aceptar y democráticamente sufrir a este personaje pero otra muy diferente es traspasar la línea del respeto a alguien que fue su antecesor en el sillón municipal, que lo alcanzó de forma democrática igual que el, y otra muy diferente mancillar su memoria, la injusticia de su asesinato y preocuparse de ponerle el nombre de alguien que no desea que le pongan su nombre a ninguna y menos que le quiten el nombre a un miembro de su partido político que perdió su vida en la represión franquista.
Mal haya quien así piensa, actúa y se expresa, flaco favor a una ciudad que perece que supera viejos atavismos, pero está visto que algunos nacieron para pasar a la historia, dejando su huella indeleble en la memoria de una ciudad que debe cicatrizar heridas que algunos desean de nuevo abrir.
Piense, reflexione y actúe como el Alcalde de todos, yo así lo considero, no se deje arrullar por sirenas y sirénidos que sólo desean que vuelvan otros tiempos. Ni a usted, ni a los miles de ciudadanos que le votan, ni a los que no le votamos nos gusta que se juegue con determinadas cosas, no pierda el tiempo en cosas que no preocupan a los ciudadanos, preocúpese de sus problemas y dele soluciones, no los cree.
5 comentarios:
Por desgracia, ya conocemos el "modus operandi" de éste nuestro edil. Albergándose en una "idea de lo más sana y noble"(y demagoga, todo sea dicho), nos quiere devolver a épocas pasadas(ellos que tanto se jactan de tener que cerrar las "heridas del pasado")diciendo que "Quién coj... era el Sinforiano ese que lo más que hizo fue echar un tabique abajo". Como si no lo supiera. O no quisiera saberlo.
En fin, serafín...esto es lo que hay.
Beijinhos, Jose Carlos.
Sólo la mala leche de un fascistoide como Celdrán puede parir entre trago y trago una idea tan repugnante y asquerosa.
Badajoz no se merece un Alcalde que sea experto en vides y destilados varios y atesore tanta inquina, odio y rencor contra todo lo que huela a socialista.
Es un asco.
¿Se imaginan que alguien dijera que el pabellón de deportes de Málaga no merece el nombre de Martín Carpena porque calentó poco el sillón de concejal?
Pues "eso" es lo que aquí tenemos como alcalde.
La degración física, psíquica y mental del Sr. Celdrán es palpable, y debería velar por su salud.
Bien valen las bromas, chanzas, gracias y frases cocacherras para sus amiguetes y para sus saraos y fiestas y bodas en Olivenza con esa tan magnífica que celebraron el domingo de un vástago de Doña Cristina Herrera Santa Cecilia, pero un alcalde democrático, y el Sr. Celdrán así ha sido elegido, debe respetar la regla básica de la domocracia: la memoria de alguien que elegido igualmente que el fue salvajamente asesinado.
Se acuerda usted señor celdrán de la Calle Arturo Barco, manda coj... pero se entiende, Arturo Barea no era como Sinforiano Madroñero de los suyos.
Por cierto dígale al fascista de Don Alberto que se quedará con la calle Margarita Nelken salvo que se traslade a un acosado en el bello campo o a Las Vaguadas con Monago.
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