jueves, 8 de marzo de 2007

FAES, sembrando semillas podridas.




Recordando a Milton Friedman.

Los próximos días 12 y 13 de marzo se celebrará en Madrid un homenaje en memoria de Milton Friedman, ese gurú de la "Escuela de Chicago", organizado por la Fundación FAES Ese corralito del pensamiento aznarí) y en el mismo estarán: como no podría ser de otra manera José María Aznar, el Catedrático de Economía y ex director del departamento de Economía de la Universidad de Chicago Arnold S. Harberger, Francisco Cabrillo, Pedro Schwartz, y Manuel Jesús González.

Las jornadas se desarrollarán en la sede de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, ese faro del saber mundial, que dirige Alfonso Coronel de Palma y Martínez-Agulló. Este ilustre personaje a principios de los 80 fundó la Agrupación de Estudiantes Independientes. En 1987, ingresa en la Asociación Católica de Propagandistas (ACdeP). Es vicesecretario de la Real y Pontificia Congregación de la Purísima Concepción.

En 1992 es nombrado secretario del Centro de Madrid de la ACdeP; en 1995 es designado miembro del Patronato de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU y el 6 de noviembre, elegido vicepresidente de dicho Patronato. Un año después es elegido vicepresidente de la Asociación Católica de Propagandistas. En este mismo año es designado miembro del Patronato de la Universidad San Pablo-CEU.


En 1997 pasa a ser presidente en funciones de la Asociación Católica de Propagandistas por fallecimiento de su antecesor. En este mismo año es elegido presidente del Patronato de la Fundación Universitaria San Pablo. Además pasa a ocupar el cargo de presidente del Patronato de la Universidad San Pablo-CEU y Canciller de dicha Universidad.


En 1998 es elegido, por la Asamblea General de la Asociación Católica de Propagandistas, Presidente Nacional, presidente del Patronato de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU y Canciller de la Universidad San Pablo-CEU. Todos estos cargos se ratificaron en el año 2002. Desde junio de 2006 es el Presidente Ejecutivo de la COPE.

El último número de Papeles FAES, la publicación del órgano ideológico del Partido Popular, está dedicada al propio Milton Friedman, bajo el pomposo título "Un defensor de la libertad", redactado por Manuel Jesús González, catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid.

Más allá de repasar algunas teorías del economista referente del liberalismo radical y la reducción del estado a su mínima expresión, como el monetarismo o las causas de la estanflación, el artículo comienza y acaba tratando de exculpar al economista de una vinculación que le persiguió toda su vida. Friedman asesoró económicamente al Chile de Pinochet y con frecuencia se habló del régimen del país andino como un laboratorio de EEUU para ensañar las recetas de los “Chicago boys”, el grupo de economistas liderados por Friedman. Una relación que no concuerda con el perfil de “defensor de la libertad, de la económica y de las demás”, que defiende el artículo y muchos de quienes se presentan como liberales.


González lamenta que se relacione a Friedman con la extrema derecha porque según expone su relación con Chile se redujo a “impartir unas conferencias invitado por una institución privada”. Expone que en 1970 el economista “también viajó a España durante la dictadura de Franco “y allí estaba “un futuro ministro de Felipe González”. Una vez exculpado de la acusación de colaboracionismo con las dictaduras, el artículo no tiene problemas en concluir diciendo que “la superioridad moral de las sociedades libres, frente a los sistemas despóticos, es para Milton (…) un presupuesto indiscutible”.


Más allá de su vinculación con dictadores, lo que no sería ilógico para quién la función pública debía limitarse básicamente a la defensa y la garantía de la propiedad individual, no se puede acusar a Friedman de incoherencia. En su radical aversión a la regulación estatal, proponía dar plena libertad a la gente de elegir en un mercado libre donde sólo sobrevivirían los productos de calidad y el resto quebraría. Aquí incluyó la propuesta de legalizar las drogas. Y cuando hace pocos años EEUU intervino para evitar la quiebra de compañías aéreas estratégicas para el país, abogó porque se quebraran sin más. Si el público no ha elegido bien es su problema, el descalabro económico forma parte de la ley del mercado que expulsa a los que lo hacen mal, defendía Friedman. A la hora de hacer demagogia con Air Madrid muchos de los que se presentan como liberales se olvidan de su admirado Friedman

http://www.fundacionfaes.org/boletin/boletin.cfm?id_seccion=1610

Las muertes en fechas cercanas del economista Milton Friedman y del dictador Augusto Pinochet debe devolvernos la memoria de la estrecha relación que existió entre ambos . Al economista, radical defensor del libre mercado hasta sus últimas consecuencias, se le reprochó asiduamente, entre otras cosas, su colaboración económica con la dictadura de Pinochet. La FAES, el órgano ideológico del Partido Popular, ensalza la figura de Friedman y defienden que “no ofreció sus teorías para apuntalar dictadura alguna como hizo Keynes”, arremetiendo así de paso contra el economista que defendió el Estado del Bienestar.

Buceando en foros y papeles liberales. uno se topa con la tropa que se va a juntar en ese "cameo" de recuerdo para el padre de los "Chicago Boys": Propagandistas Católicos, Legionarios de Cristo, Aznaristas y todo ello bendecido por la solemnidad del marco: La Universidad San Pablo-CEU y el altavoz bendito de la Santa COPE.

Para no perder ripio y conocer bien al fallecido Friedman, ahí va como estrambote una glosa de su libro "Las Bondades del Mercado", realizada por Antonio Mascaró Rotger, ahí van algunos datillos:

Las políticas keynesianas hicieron estragos en la década de los setenta al sorprender a propios y extraños con la dolorosa estanflación. Las promesas de la “nueva economía” del listillo británico se habían vuelto pesadillas. A principios de la década siguiente, los liberales despertaron de su letargo y Libertad de elegir fue una de las puntas de lanza de ese resurgimiento liberal.

A diferencia de obras anteriores del mismo autor, como Capitalismo y libertad, este volumen no presenta una gran complejidad analítica. No se trata de un denso manual de abstracta teoría económica atiborrado de sesudas ecuaciones matemáticas y jeroglíficos cartesianos, como cabría esperar de uno de los más destacados miembros de la Escuela de Chicago. Muy al contrario, es un libro muy asequible destinado al gran público.

El primer capítulo analiza la importancia del mercado y el sistema de precios. Empieza comentando el conocido relato
Yo, el lápiz de Leonard R. Read. Hasta un producto tan simple y común como el lápiz de grafito requiere un enorme esfuerzo de coordinación entre múltiples agentes económicos. Se requiere un elevadísimo conocimiento. Este conocimiento está disperso entre millares de profesionales de los más distintos sectores: los taladores de la Costa Oeste, los fabricantes de las sierras que usan esos taladores, los obreros de los altos hornos donde se hace el acero para fabricar esas sierras, los transportistas, los mineros de las minas de grafito, y un larguísimo etcétera. Nadie ha recopilado nunca todo ese vasto saber que es necesario para fabricar el lápiz. Y, sin embargo; mediante el mercado, se consiguen fabricar muchísimos lápices de grafito que se venden por todo el mundo a precios bajísimos.

Esto es posible gracias al mecanismo de precios, que permite transmitir información relevante por todo el mercado, sirve también de estímulo al incentivar la producción de aquello más demandado y, finalmente, sirve para determinar quien se queda lo producido.

Pero el sistema de precios no está asegurado. Muchos peligros acechan y este complejo sistema puede venirse abajo o, al menos, resultar gravemente dañado. En gran medida, los capítulos siguientes se dedican a analizar los nocivos efectos que la intervención estatal tiene sobre este utilísimo mecanismo. Muestra los destrozos que han provocado un sinnúmero de regulaciones en mercados tan diversos como el transporte ferroviario, la energía, el sector financiero, el mercado laboral o la educación.

Así, en el tercer capítulo, Friedman analiza la crisis de 1929, de la que culpa al Sistema de la Reserva Federal. Lamentablemente, pasa de puntillas sobre la cuestión del patrón oro y su análisis queda cojo. Ante otras crisis, observa Friedman, la reacción habitual de los bancos comerciales había sido restringir los pagos hasta que se recuperaba la confianza en el sistema. Esto causaba dificultades a muchas personas pero evitaba el agravamiento de la crisis. Pero hacía poco que se había creado la “Fed”, que actuaba de garante último de todo el sistema financiero. Y, comprensiblemente, al haber un garante último, los bancos no redujeron en lo necesario los pagos. Tampoco lo hizo la “Fed”, así que un gran número de bancos fue quebrando y la crisis empeoró.

Y tras la crisis vino el “New Deal” de Roosevelt y el Estado del Bienestar. El gasto publicó creció y se diversificó en innumerables programas sociales. El resultado ha sido dudoso en el mejor de los casos; por un lado, este enorme gasto ha restado recursos a los sectores productivos de la economía y, por otro, estos programas no han traído el bienestar prometido.

De entre estos programas fallidos destaca el sistema educativo. Aquí, Friedman hace una pequeña concesión al no reclamar la total privatización del sistema. Él se contentaría con el sistema de vales por el cual los padres pueden elegir a qué escuela mandar a sus hijos. Es, en su opinión, un pequeño paso hacia una mayor libertad de elegir.

Finalmente, en el último capítulo, Friedman comenta los cambios que ya se aprecian en esos momentos. En 1979, el mismo año en que escribió el libro, Margaret Thatcher ganó las elecciones en el Reino Unido tras una dura campaña de crítica constante a las políticas derrochadoras keynesianas. Poco después le seguiría Ronald Reagan en Estados Unidos. Aprovechando este cambio de opinión, Friedman acaba el libro con algunas propuestas concretas de reforma constitucional para limitar el gasto público y la regulación de los sectores económicos.

Vamos para salir corriendo, pero estoy seguro que allí estará lo más selecto de la sociedad española, bajo la atenta mirada de esos mecenas y patronos, a los que les une solo una cosa: ELLOS MISMOS:

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