jueves, 8 de marzo de 2007

Traficantes de Salud.


Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad.


Armas, drogas y salud, son por este orden los negocios más saludables del planeta. Podría pensarse que sólo las dos primeras están relacionadas con la muerte. Es cierto que el tráfico de armas tiene como objetivo último la guerra. El de estupefacientes también provoca incontables fallecimientos. Pero el tercero en discordia, el de la salud, en apariencia un negocio blanco, también conlleva la desaparición de miles de personas. En Estados Unidos los daños producidos por el sistema sanitario ya son la primera causa de muerte y dentro del grupo de errores y malas praxis, los efectos adversos que provocan los medicamentos son el primer grupo en causar fallecimientos (305.000 muertos al año). La enfermedad es un negocio muy saneado para la industria farmacéutica: Durante estos años, el beneficio neto de las diez mayores corporaciones farmacéuticas es del 17% de las ventas, cuando las demás empresas incluidas en las lista Fortune 500 logran un 3%. Envidiable rentabilidad que en la década de 1990 todavía fue mayor; entre el 19% y el 25%, según Marcia Angell, ex directora de la prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine (NEJM).

El tsunami de Merck.

A finales de 2004, el mundo se conmovió con las noticias del tsunami que asoló la costa asiática y provocó un cuarto de millón de víctimas entre muertos y desaparecidos. De manera paradójica, sólo tres meses antes, otra catástrofe, en este caso farmacéutica, alcanzó similares cotas destructivas. El 30 de septiembre de 2004 la multinacional Merck Sharp & Dohme (MSD) retiró su fármaco estrella, Vioxx. Conocido como la superaspirina, este medicamento para la artrosis multiplicaba al menos por dos el riesgo de infartos de miocardio y cerebrales (un estudio de la agencia de medicamentos estadounidense, la FDA, indica que lo triplica). MSD llegó a esta conclusión tras realizar su ensayo APROVe, siglas en inglés de Prevención de Pólipo Adenomatoso con Vioxx. El caso, el más grave ocurrido hasta la fecha, ejemplifica a la perfección cómo la industria farmacéutica ha convertido unos productos beneficiosos para la humanidad -los medicamentos usados de manera racional-, en una mercancía, con las nefastas consecuencias provocadas.

La FDA ha calculado que hasta la retirada de Vioxx se han producido 27.000 casos de infarto y muertes súbitas, sólo en EE.UU. Pero estudios posteriores elevan esa cifra de manera notable. El año antes de la retirada de Vioxx, 277.000 personas lo ingirieron en España (entre 70.000 y 100.000, según el Ministerio de Sanidad español). Con los datos del citado estudio APROVe en la mano, la incidencia de infartos de rofecoxib, principio activo del preparado, fue de 15 por 1.000 pacientes; el grupo placebo (producto sin acción terapéutica) ofreció 7,5 por 1.000. Esta diferencia de 7,5 por 1.000 individuos por año, multiplicado por entre 70.000 y 100.000 individuos, "se traduciría en 525 a 750 casos de infarto o ictus atribuibles a rofecoxib por cada temporada en que el fármaco ha permanecido en el mercado farmacéutico español", argumenta Joan-Ramón Laporte, destacado farmacólogo catalán. Vioxx fue presentado con una agresiva campaña de marketing como una alternativa a los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), cuyos efectos gástricos causan cada año en el Estado español alrededor de 1.100 muertes. Desde al menos el año 2001 Merck sabía los daños que producía su medicamento pero no lo retiró. Ahora enfrenta unas 7.000 demandas.

Medicamentos que matan.

Durante los últimos años varios fármacos han causado muertes o graves daños en la salud de las personas en España. Uno de los casos más graves es la contaminación de la sangre de pacientes con VIH/SIDA y Hepatitis C a través de hemoderivados como Hemofil, de Baxter. Más de 1.600 personas han fenecido por esta causa, indican los familiares de las mismas (750 con datos de la Federación Española de Hemofilia).

El anticolesterol Lipobay, de Bayer, mató, en cifras de un portavoz de la empresa, al menos a cien pacientes. Anticatarrales con marcas muy conocidas, fabricados con fenilpropanolamina, se asocian con la muerte de al menos una persona en Cataluña. La sustancia estaba prohibida en USA, donde hubo varios fallecimientos, pero la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios no lo prohibió a tiempo. En la página web de esta institución, dependiente del Ministerio de Salud, puede encontrarse información actualizada sobre los remedios que se han retirado del mercado en los últimos años y también sobre aquellos que han debido cambiar su prospecto para incluir alguna advertencia sobre sus riesgos.

Otro de los productos controvertidos es la Talidomida, muy utilizada a finales de la década de 1950 por las mujeres embarazadas para calmar dolores, entre otros usos. Produjo más de 10.000 víctimas infantiles que presentaron deformaciones corporales de por vida. Los que vivieron. La Asociación de Victimas de Talidomida de España ha denunciado que, tras su prohibición en los años sesenta, continuó vendiéndose. Esta organización ha comprado en nuestros días la Talidomida a través de Internet, en el mercado negro. Otras asociaciones de afectados por el preparado, como la de Suecia, denuncian que se están registrando nuevos casos en Brasil, Perú, China o Estados Unidos.
Control científico.

La industria farmacéutica controla todo el proceso de comercialización de un medicamento pero para que un producto pueda comercializarse es necesario que se demuestre su seguridad. Los ensayos clínicos son, en teoría, la garantía de que los fármacos son eficaces y seguros en los humanos y también son una herramienta de promoción para la industria. Es muy importante que un ensayo resulte favorable al preparado que se analiza; cuestan demasiado dinero y reputación como para que los resultados no acompañen. Por eso se amañan. Se destacan aspectos del fármaco de manera interesada y se ocultan otros negativos. Se comparan con medicamentos claramente inferiores para que otros destaquen o se realizan constantes pruebas de un producto buscándole nuevas utilidades que amplíen su mercado.

Además, la competencia empuja a las corporaciones a producir cada vez mayor número de medicamentos superventas para mantener altos sus beneficios. Esto ha provocado que la industria centre sus investigaciones en fármacos ya existentes y en "mejorarlos" pero no en inventar nuevos, que es mucho más caro. "Se trata generalmente de los llamados fármacos yo también, que son ligeras variaciones de medicamentos anteriores que ya están vendiéndose", explica la citada Angell. Esto es un fraude científico pues la ciencia es descubrimiento, invención, novedad. Hasta hace poco la aparición de una enfermedad llevaba aparejada la investigación de sus causas y el desarrollo de algún medicamento que la combatiera. Hoy, primero se diseña un nuevo producto y luego se presiona para que aparezca la necesidad de utilizarlo. Para ello la industria farmacéutica utiliza tácticas de promoción muy agresivas y gasta más en promoción que en Investigación más Desarrollo (I+D) pese a que diga lo contrario. Esta enorme inversión en marketing tiene consecuencias directas en la salud y en el bolsillo de los ciudadanos. El desembolso farmacéutico aumenta año tras año en los países desarrollados debido principalmente a que las compañías estimulan la demanda farmacológica mediante el uso y abuso de la publicidad. La industria farmacéutica es la principal culpable de que cada año se consuman más medicamentos. Los gobiernos, en numerosas ocasiones cómplices de las corporaciones, asisten al continuo crecimiento del gasto del Estado en productos de botica. La patronal farmacéutica española, Farmaindustria, prevé para el periodo 2005-2007 un aumento de dicha inversión de entre el 9 y el 9,5%.

La Policía financiera italiana ha procesado a 4.713 personas acusadas de pertenecer a una red encargada de favorecer la venta de los productos de GlaxoSmithKline. El trato personal entre visitadores médicos y doctores incluía becas para los hijos de estos, ingresos bancarios fortuitos o viajes a parajes exóticos.

Venta de información.

¿Cómo conocen las compañías qué recetan los galenos? Esto es fundamental para luego dirigir sus ejércitos de vendedores farmacéuticos a los médicos que más recetan. Las corporaciones usan las nuevas tecnologías para elaborar resúmenes sobre las pautas de prescripción de los médicos. Muchos de estos doctores no saben que sus decisiones profesionales son revisadas con un enfoque comercial. Existe un mercado de la información que ofrecen las farmacias, el Gobierno o asociaciones profesionales como la American Medical Association (AMA, Asociación Médica Americana). Este negocio está valorado en más de 20.000.000 de dólares anuales. Algunos médicos aceptan trabajos de consultoría para las corporaciones. Hay empresas dedicadas al marketing farmacéutico, como International Marketing Services Health (IMS) y Close Up. Esta compañía ha tenido acceso a recetas médicas en las propias farmacias. En Bilbao (Euskadi), el Colegio Oficial de farmacéuticos vizcaínos, ha denunciado que Close Up, en colaboración con Microdata Servicios, ha visitado las boticas para escanear recetas.

La publicidad en televisión de medicamentos que necesitan receta sólo es legal en EE.UU. y Nueva Zelanda pero la industria presiona para que esto acabe, consciente de que las ventas de los fármacos que más se anuncian han aumentado un 25%. El beneficio de los que no se publicitaron sólo creció un 4%.
En Europa existe un asunto de especial preocupación en la actualidad: la posible modificación legal que permita la publicidad directa a los ciudadanos de medicamentos con receta.
actualidad: la posible modificación legal que permita la publicidad directa a los ciudadanos de medicamentos con receta.
Merece la pena leerse, lo aconsejo uno lego en la materia aprende mucho y eso seguro que a determinados sectores no les gusta, a mi me encanta estar informado.

http://www.icariaeditorial.com/libros/traficantesdesalud/

1 comentario:

Caty Cordero dijo...

El caso más fehaciente lo puedo contar en primera persona(el tema de los visitadores médicos, etc)...me acuerdo que cuando solicité las pruebas de la alergia, las primeras palabras de mi médico "de cabecera" fueron: "Te recete lo que te recete el alergólogo, las rompes y te vienes para acá, que yo sabré que recetarte"(lo cual riza lo absurdo...¿Para qué me manda pues al especialista?).
Pero lo que está claro es que la industria farmacéutica muchas veces es la que controla nuestras enfermedades. Yo, desconfiada como soy, pienso y todo que capaz de crear enfermedades "a posta"...

Qué cosas, ¿Verdad?