martes, 20 de marzo de 2007

Fedeguico el Glande y los Gemelos Polacos



Ripios de los gemelos polacos.

Apenas llegados al poder crearon el Instituto de la Memoria Nacional cuya misión es expulsar de la Administración pública a cualquier persona que hubiese formado parte del anterior sistema socialista. Se trataba de una medida de discriminación ideológica que se aplica con el silencio y complicidad de las instituciones europeas. En algunos casos, incluso con el apoyo de países como el Vaticano, quien aplaudió la expulsión de religiosos como el arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, acusado de haber apoyado a los comunistas. El primer ministro, Jaroslaw Kaczynski, ha llegado a definir el socialismo polaco como "un régimen de la chusma para la chusma".

El vice ministro de Educación de Polonia dijo la semana pasada que aquellos ciudadanos que "promuevan la homosexualidad" van a perder sus trabajos, mientras el Gobierno del país centroeuropeo está preparando un proyecto de ley que avale esta idea.

Quien está a cargo del proyecto anti-homosexualidad es el ministro de Educación, Roman Giertych, de la Liga de las Familias Polacas, uno de los tres partidos de derechas que integran la coalición de Gobierno (los otros dos son Ley y Justicia, de los hermanos Lech y Jaroslaw Kaczynski, presidente y primer ministro de Polonia, respectivamente, y Autodefensa).

El gobierno prepara un proyecto de ley que suprimirá las rentas especiales concedidas a los veteranos de la II Guerra Mundial y de la lucha contra el fascismo, lo que afectará a los ex funcionarios de la policía y cuerpos de seguridad, ex miembros de las fuerzas armadas comunistas y también a los brigadistas. Además, el Instituto de la Memoria Nacional ha pedido la eliminación de Varsovia de los nombres de todas las figuras y símbolos comunistas, entre ellos el de los polacos de las Brigadas Internacionales. Fueron más de 2.000 los ciudadanos de este país que dejaron su vida defendiendo la democracia en España frente al fascismo. Ya antes, sus nombres desaparecieron de las columnas de la tumba del soldado desconocido en la capital, en las que están inscritos los nombres de todas las principales batallas libradas por los polacos. Para el instituto, los brigadistas fueron unos "traidores", porque combatieron en España para "construir allí el comunismo".

A todo ello hay que añadir las declaraciones del presidente, Lech Kaczynski, pronunciadas el 28 de julio de 2006 en las que abogó por la reinstauración de la pena de muerte en Polonia y en toda Europa, las cuáles fueron respondidas con gran preocupación por Amnistía Internacional. Kaczynski argumentó en la primera emisora de la radio pública polaca, la MAS COPE POLACA, que "los países que abolen esta pena conceden una extraordinaria ventaja al delincuente en detrimento de la víctima: la ventaja de la vida frente a la muerte". Ya anteriormente, la Liga de las Familias Polacas (Liga Polskich Rodzin, LPR), uno de los partidos que integran la coalición gobernante, anunció una campaña a escala europea en favor de la reinstauración de la pena de muerte y un referéndum sobre la misma cuestión en Polonia.

Y por si alguien cree que el panorama en Polonia no está siendo un lúgubre viaje en el túnel del tiempo, le clarificará conocer la iniciativa de cincuenta diputados del partido gobernante el pasado mes de diciembre. Su propuesta era nada menos que nombrar a Jesucristo Rey de Polonia. “Queremos que Jesucristo sea nombrado rey de los polacos”, afirmó el parlamentario Artur Górski, del gobernante Ley y Justicia. “Polonia necesita más que nunca el liderazgo y la ayuda divina para afrontar los nuevos tiempos”, soltó el pío diputado.

Efectivamente como no reaccionen los polacos, eso no lo salva ni Dios.

Fedeguico el Glande tiene previsto mantener un chateo en directo con ambos gemelos, lo mismo da que sea en la COPE, en Libertad Digital, Popular TV, Intereconomía o Semanal Digital, para que los descristianizados españoles puedan conocer a tan ejemplares gemelos y volver a España por sus fueros y curarla del zapaterismo laicista.

Suerte Fedeguico, tú vale mucho chavea.

Con esta entrega acaba la actualidad polaca, pero no me cabe duda que estos gemelos,dicen las malas lenguas que cada semana se cambian de puesto para ver como se está en la Presidencia de la República o al frente del Gobierno, sobre todo porque son igualicos, igualicos que el defunto de su agüelico.


Vaya par de gemelos polacos


Cazando rojos los gemelos polacos.

No son Zipi y Zape, ni Epi y Blas, tampoco Mortadelo y Filemón, se trata de dos siniestros personajes que han alcanzado el poder - el poder absoluto- en Polonia. Son dos gemelos, no aquellos rancios Gemelos del Sur de la copla jaranera, no, son el Presidente de la República y el Primer Ministro de un país de la Unión Europea: Polonia.

Estos dos pajaritos se llaman: Lech y Jaroslaw Kaczynski ( Lech es elpresidente y Jaroslaw el primer ministro)y han comenzado la caza del rojo, a pelo, sin tapujos, intentan ir al cielo como salvadores e Inquisidores Generales de la historia pasada de su país.


Setecientos mil polacos deberán confesar si colaboraron con el régimen comunista que gobernó el país hasta 1989. Funcionarios, profesores universitarios, directores de escuela y periodistas, nacidos antes de 1972, se enfrentan a 10 años de inhabilitación si mienten. De no hacerlo antes de dos meses no podrán obtener su certificado de limpieza política y se atendrán a las depuraciones consiguientes. Lo más sorprendente es que el Instituto de la Memoria Nacional -utilizado por el Gobierno para su campaña de depuración ideológica anticomunista- cotejará los datos con los archivos de la antigua policía política. Todas esas personas nacidas antes de 1972 y que han desempeñado cargos de responsabilidad no política son sospechosos y presuntos colaboracionistas porque sobre ellos recae la carga de la prueba.


Los ciudadanos que no envíen su currículo o mientan sobre su pasado habrán cometido un delito, y se les puede prohibir que ejerzan su profesión durante 10 años. Ésta es la principal iniciativa en la caza lanzada desde su llegada al poder por los gemelos conservadores Lech y Jaroslaw Kaczynski (presidente y primer ministro), y que tiene pasmada a Europa. Bautizada como Ley de Lustración, qué sarcasmo, acaba de entrar en vigor y obliga a cientos de miles de polacos a responder: “¿Ha colaborado secretamente y conscientemente con los antiguos servicios de seguridad comunistas?”. Esta pregunta divide a los polacos. Los partidarios alegan que da transparencia al sistema y que no hay nada que temer. Los que se oponen creen que es inconstitucional porque viola el derecho a la intimidad y al propio honor. Más aún, entra de lleno en lo que todos los países de la Unión Europea han consagrado en sus constituciones, y que en Estados Unidos se llama la 5ª Enmienda, el derecho a no declarar en contra de uno mismo o de sus familiares y allegados. Paso este que todavía no se les ha ocurrido dar a esos extravagantes dirigentes polacos y que estaría en línea con la caza de brujas del senador McCarthy en EEUU, o de la Gestapo en la Alemania nazi o de la Stassi en la comunista.


Acabamos de ver en el cine “La vida de los otros” con la siniestra estructura de estos servicios secretos. Igual que sucedía con los de todas las repúblicas soviéticas al dictado del KGB. Todos los ciudadanos eran presuntos culpables, no existía la presunción de inocencia propia de los regímenes democráticos, y había que probar la falta de culpa por el propio denunciado. Aunque fuera de forma anónima como sucedía durante la Inquisición. Vale la pena leer El hereje, de Miguel Delibes.


Los medios de comunicación están divididos, las instituciones también. Lo más escandaloso es que la Conferencia Episcopal de ese país, católico por antonomasia, ha guardado silencio hasta ahora. Y eso que le ha tocado sufrirlo en sus propias carnes como le sucedió al arzobispo preconizado de Varsovia que tuvo que renunciar por su colaboración con el régimen comunista.


Decidir si la ley se ajusta a la norma será responsabilidad del Tribunal Constitucional, que puede tomar una decisión a principios de mayo, antes de que termine el plazo dado a los polacos para presentar su certificado, cuando esos funcionarios, periodistas y académicos ya han sufrido el calvario de la duda de si te han denunciado o si figuras en alguna ficha de la policía secreta. Los afectados han de rellenar un folleto y entregárselo a su jefe y éste al Instituto de la Memoria. El organismo, tras rebuscar en sus archivos, decidirá si emite el certificado que demuestra que ya han sido investigados.


Pero si no lo entregan o mienten, será considerado un delito que afectará a sus carreras profesionales. El gran periodista Kapucinsky no pasaría la prueba porque fue corresponsal de la Agencia comunista polaca de noticias.


No todos creen que la ley purificará a Polonia de sus vínculos con el pasado comunista. El primer ministro, Jaroslaw Kaczynski, llegó al poder con la promesa de derribar la antigua red de espionaje comunista. “La red aún existe y es más fuerte de lo que pensábamos”, dijo al diario Rzeczpospolita, partidario de la ley.


Los antiguos perseguidos se han convertido en perseguidores que obligan a demostrar la inocencia ante “las pruebas” de los archivos siniestros de un régimen totalitario. ¡Lo que padecieron en Polonia acusados por antecedentes judíos o cristianos o por ser demócratas! Parece increíble esta paranoia inquisitorial y contraria a los Derechos Fundamentales.

¿A qué esperan los dirigentes de la Unión Europea? ¿A que se suiciden más de uno por haber padecido chantaje o la intolerable presión para figurar como “colaboradores”? Esos archivos, como los del MOSAD, la CIA, la GESTAPO, el KGB, la Brigada Político Social o las SS no pueden probar nada porque les faltan las legitimidades de origen y de ejercicio.

Lo que nació en Gdansk con aquel Walesa, pasando por el Papa Woijtila, el Sindicato Solidarnosck y el desmoronamiento del socialismo real, puede convertirse en un gran Auto de Fe organizado por dos personajes siniestros, que si bien pueden tener la legitimidad democrática de haber ganado unas elecciones, carecen de la autoridad ética y moral para condenar a un pueblo al oprobio merced al rencor y al sectarismo.