miércoles, 7 de febrero de 2007

Los Idus de marzo


Crisis en el Ayuntamiento de Badajoz.
Estaba cantado, tardaría mas o menos tiempo, pero la manzana madura se desprendió del árbol y Miguel Celdrán y sus boyss se han encontrado con una papeleta difícil de digerir a pocos meses de las Elecciones Municipales.
Casi próximo a cumplir los 67 años, el Alcalde de la ciudad se siente más joven, fuerte y con brios para afrontar un nuevo mandato, ya serían 4, y no tiene empacho en decir que todo es por su ciudad, que la ama, que la quiere y que la ha convertido en una joya. Los que democraticamente aceptamos, no podría ser de otra manera, que este Señor sea nuestro Alcalde percibíamos que tarde o temprano se rompería el cántaro y como decía el malogrado Carlos Cano " la que armaron, la que liaron con la salia de la masonería y la subversión, la pelota, los toros y las quinielas, el seilla, las letras y el televisor", pero como parece que no hay mal que cien años dure ya está cerrada la crisis y repartida la "carga de leña" del fugido Concejal Monterde entre afines, se apresta de nuevo a seguir siendo el más salao de los Alcaldes posibles, formará una lista a su antojo y dejará hacer a los manijeros de la "cosa municipal", pero confío en que la ciudadanía esta vez entienda que ya va siendo hora de que entren aires nuevos en ese Palacio Municipal, no es cuestión de tiempo, ni tampoco de alternancia, es cuestión de que otra "forma de ser", "estar" y "hacer" haga que nuestra ciudad recupere el fuelle, yo así lo creo y espero que los míos obtengan la confianza de los ciudadanos.
Pero tengo muy claro que hay que ganársela y no me cabe duda que ahora podemos, podemos porque tenemos una persona que quiere ganarse la confianza y se va a dejar en el intento lo mejor de si mismo, muchos con él pondremos nuestro granito de arena para recuperar aquel viejo slogan : Badajoz bien se merece un Alcalde SOCIALISTA.

Una recusación muy interesada

Pablo Pérez Tremps recusado.

Si entramos en el debate, hemos de marcar el campo. Una cosa es la recusación de Pérez Tremps, magistrado del Tribunal Constitucional, y otra cosa es su dimisión.Lo primero ya está consumado. Lo segundo, está por ver. La recusación es discutible pero lo suyo es acatarla como decisión del alto tribunal. La previsible dimisión solo depende del magistrado. Es una decisión personal, por más que formalmente esté previsto su rechazo por parte de la presidenta.
Son las generales de la ley. Pero nadie es inocente en un asunto politizado hasta la última coma del discurso, y en este proceso viene firmado por el PP, pues ya habrán reparado ustedes en que el problema no es el individual de un magistrado recusable sino el corporativo de un tribunal cuya voluntad se define por las afinidades políticas de sus miembros.
De tal suerte que si el PP, como se está viendo, se opone con todas sus fuerzas a una eventual dimisión del recusado no es por amor al Derecho ni a las reglas del juego. Si el PP se rasga las vestiduras ante una previsible dimisión del magistrado, tampoco es por el respeto que le merece el profesor Pérez Tremps una vez apartado del "Estatut".
Nada de eso. Si el PP carga preventivamente la escopeta contra su dimisión es por un cálculo previo de las voluntades de los magistrados cuando al Tribunal le llegue la hora de decidir sobre la constitucionalidad del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Como el paso siguiente a la dimisión sería la sustitución y el nombramiento es uno de los dos correspondientes a propuesta del Gobierno, es obvio que el sustituto sería igual o más afín a las tesis del PSOE. Y eso supondría volver al equilibrio del 6 a 6 con voto de calidad de la presidenta, donde las tesis del PP llevarían las de perder.
De ahí los muy fundados temores del principal partido de la oposición, cuyo portavoz, Eduardo Zaplana, se ha explicado con meridiana claridad: "No creo que se atrevan a tanto". Se refiere a los socialistas, anticipando que si Pérez Tremps dimite sólo será por presión del PSOE y no por real gana del magistrado. Todo un proceso de intenciones que, naturalmente, no acepta si, en sentido contrario, se sostiene que la recusación de Pérez Tremps, impulsada por el PP, ha sido meramente instrumental y orientada a alterar la relación de voluntades en el Tribunal respecto a la constitucionalidad del "Estatut".
La cosa se complica aún más si se da la curiosa circunstancia de que el magistrado ponente de la recusación, Rodríguez Zapata, también ha realizado estudios jurídicos previos relacionados con los contenidos del "Estatut". Y más o menos en las mismas fechas que Pérez Tremps, cuando ninguno de los dos eran aún magistrados del Tribunal Constitucional.
Hago mías, prestadas por supuesto, las palabras de Javier Pérez Royo respecto al tema: "la recusación del magistrado del Tribunal Constitucional Pablo Pérez Tremps es una “desvergüenza absoluta”.
Tengo muy claro que lo que no consiguieron con los votos lo intentan conseguir con las togas.