miércoles, 7 de febrero de 2007

Una recusación muy interesada

Pablo Pérez Tremps recusado.

Si entramos en el debate, hemos de marcar el campo. Una cosa es la recusación de Pérez Tremps, magistrado del Tribunal Constitucional, y otra cosa es su dimisión.Lo primero ya está consumado. Lo segundo, está por ver. La recusación es discutible pero lo suyo es acatarla como decisión del alto tribunal. La previsible dimisión solo depende del magistrado. Es una decisión personal, por más que formalmente esté previsto su rechazo por parte de la presidenta.
Son las generales de la ley. Pero nadie es inocente en un asunto politizado hasta la última coma del discurso, y en este proceso viene firmado por el PP, pues ya habrán reparado ustedes en que el problema no es el individual de un magistrado recusable sino el corporativo de un tribunal cuya voluntad se define por las afinidades políticas de sus miembros.
De tal suerte que si el PP, como se está viendo, se opone con todas sus fuerzas a una eventual dimisión del recusado no es por amor al Derecho ni a las reglas del juego. Si el PP se rasga las vestiduras ante una previsible dimisión del magistrado, tampoco es por el respeto que le merece el profesor Pérez Tremps una vez apartado del "Estatut".
Nada de eso. Si el PP carga preventivamente la escopeta contra su dimisión es por un cálculo previo de las voluntades de los magistrados cuando al Tribunal le llegue la hora de decidir sobre la constitucionalidad del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Como el paso siguiente a la dimisión sería la sustitución y el nombramiento es uno de los dos correspondientes a propuesta del Gobierno, es obvio que el sustituto sería igual o más afín a las tesis del PSOE. Y eso supondría volver al equilibrio del 6 a 6 con voto de calidad de la presidenta, donde las tesis del PP llevarían las de perder.
De ahí los muy fundados temores del principal partido de la oposición, cuyo portavoz, Eduardo Zaplana, se ha explicado con meridiana claridad: "No creo que se atrevan a tanto". Se refiere a los socialistas, anticipando que si Pérez Tremps dimite sólo será por presión del PSOE y no por real gana del magistrado. Todo un proceso de intenciones que, naturalmente, no acepta si, en sentido contrario, se sostiene que la recusación de Pérez Tremps, impulsada por el PP, ha sido meramente instrumental y orientada a alterar la relación de voluntades en el Tribunal respecto a la constitucionalidad del "Estatut".
La cosa se complica aún más si se da la curiosa circunstancia de que el magistrado ponente de la recusación, Rodríguez Zapata, también ha realizado estudios jurídicos previos relacionados con los contenidos del "Estatut". Y más o menos en las mismas fechas que Pérez Tremps, cuando ninguno de los dos eran aún magistrados del Tribunal Constitucional.
Hago mías, prestadas por supuesto, las palabras de Javier Pérez Royo respecto al tema: "la recusación del magistrado del Tribunal Constitucional Pablo Pérez Tremps es una “desvergüenza absoluta”.
Tengo muy claro que lo que no consiguieron con los votos lo intentan conseguir con las togas.

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